Su principal causa es el déficit nutricional de hierro y cursa con síntomas como la fatiga, vértigo, mareos, taquicardia, dificultades para respirar con normalidad, palidez en la piel, labios, uñas, palmas de las manos o parte inferior de los párpados.
Las causas de deficiencia de hierro son la disminución en el aporte de este a través de los alimentos (reducción del consumo de carnes rojas), la poca absorción corporal y la pérdida de sangre (incluyendo el sangrado menstrual abundante).
En los ancianos, la anemia frecuentemente es consecuencia de la pérdida de sangre gastrointestinal asociada a úlceras, el uso de aspirina o fármacos antiinflamatorios no esteroides (AINES) o la presencia de ciertos tipos de cáncer como el de esófago, el de estomago o el de colon.
¿Qué alimentos contienen hierro?
Este mineral es abundante en alimentos como las vísceras (hígado y riñones), carnes rojas y pescados y algunos alimentos vegetales como las legumbres, cereales y verduras.
No solo es importante la cantidad de hierro contenida en los alimentos, sino su capacidad de absorción. El hierro de las carnes y pescados se asimila tres veces mejor que el contenido en las verduras o los cereales.
¿Cómo podemos evitar las carencias de hierro?
- Comer carnes o pescados al menos una vez al día. Son alimentos que además de ser ricos en hierro contienen proteínas que favorecen la asimilación del hierro procedente de las féculas o verduras que completan el menú.
- Incluir algún cítrico (limón, naranja, kiwi) en los menús. La vitamina C contenida en estos alimentos favorece la asimilación de hierro del menú.
- No consumir un exceso de alimentos completos, salvado y ácido fítico de los alimentos integrales impiden la asimilación de hierro.
- Es aconsejable consumir los lácteos entre horas: desayuno, merienda y tentempiés. Consumirlos concentrados en el almuerzo y en la cena impiden la asimilación de hierro.
- Consumir el pan blanco, pasta, arroz y cereales enriquecidos con hierro.
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